lunes, junio 26, 2006

Infraestructuras nuevas...

Si miraras tras la ventana
y vieras tus ojos clavando esperanzas en la habitación,
sonreirías abriles al mundo, solapando ruinas recuperadas.

No seas escondite ni aun de pureza
si la noche no te demanda
anclar en la costa de las edades.

Ni deslices la voz entre los bancos de los parques,
ni esperes a los inviernos para deslizarte por las bufandas del planeta,
pues ya te muestro yo los surcos de las manos para que veas una orilla de la memoria.

Las costuras de los poetas que han detenido su mirada alrededor de ti
saltarán alegres una mañana cualquiera, en el sonido de los despertadores,
al paso de las bandadas de palomas furibundas que rugen la dictadura del tiempo.

Si expandieras las miradas turbadoras de las que estás formada
acallarías la importancia del sol de tu piel, porque aun no ha nacido
en su rosa inicial, esa flor cautiva que meces a través de tu pelo.

Harás cuerpos bellos entre tus manos y yo me pregunto
si se sabrá algún día eso que has descomprimido en calles inéditas
sin precaución alguna que te impidiera volver a pasearlas en soledad.

Vuela sobre la razón con la palabra en el ala
sin miedo al silencio
, pues su recorrido suave podría ser
si de movimientos de aguas un instante se interrumpiera al menos.

Si rodeada de pianos oteas erguida la plaza
y sigues refulgiendo achatada con la luz como cómplice,
avisa a tu espalda sobre las corrientes del viento inesperado, por si acaso el roce.

Los días dañados esperarán tendidos
en el sol de tu apariencia por si hiela allende los cristales,
y los timbres esperados resonarán impertérritos como siempre.

Y mañana, al mirar tras la ventana y claves tus ojos en la vida,
recibirás el sol una vez más, colado en tus venas, latiendo silente.

Y yo te daré el calor de mi pecho para que resguardes tu condición de niña inocente...

viernes, junio 16, 2006

Recuerdo una infancia tan cálida... (Maldito el día en que crecí, dejando atrás el sueño aquel...)

La hierba aplastada en las rodillas, acequías sonoras, el sol en la cara, las espigas sesteando, el zumo de una sandía recorriendo el pecho, la lluvia erizando el vello de los antebrazos, llanto por un balón muerto, las adoradas macetas de mi madre, el estruendo de la casa llena de niños, cumpleaños feliz y ya han venido los Reyes, esto viene sin pilas...

miércoles, junio 14, 2006

El loco de la calle

Soy un charco vertido en el tiesto de la incertidumbre porque me he tragado el silencio de los tiempos joviales. Hay tardes de lluvia en las que mi alma salta deportiva como una iluminación proyectada hace mucho. Veo tu cara empapada en el orgasmo, la favorita de las hijas… Hay una estrechez aquí, siéntate en estas letras para que miremos alrededor. Soy un tapiz de Bujara que viene a colarse en tu casa. Gírate y mírame un instante. Siempre he estado ahí.

Si tú te vas, mi casa voy a quemar...

martes, junio 13, 2006

A veces hay cosas que me gustan...

A veces los ojos son puñales que aman a los que vuelven a intentarlo siempre. Hay sábanas que duermen por las noches vacías y se arrugan en las mañanas. Cosas que deben depositarse en los sueños. Me gustan las esquinas muy pronunciadas porque me permiten masajearme la espalda mientras oteo las muchedumbres, por si vienes incluida…

A veces las palabras silban indómitas sin dirección aparente en los mapas. Hay delirios imaginados en el duermevela de los árboles silentes y alopécicos del otoño. Cosas que se precipitan contra el suelo de la memoria. Me gustan los parques repletos de pájaros en vuelo porque me incitan a estirar los músculos del cuello, y mirar hacia arriba por si tus alas…
A veces recuerdo tu sonrisa antigua.

lunes, junio 12, 2006

Renuncio momentáneo...

Hoy me gustaría renunciar.

Renunciar a las miradas falsas, a las críticas destructivas, a las tristezas perennes, a los ombligos del mundo, a los cuerdos maniáticos del orden, a las garantías preavisadas, a las jarras vacías, a las limosnas dominicales, a los llantos de cocodrilo, a las prisiones de las que nos vestimos, a las credenciales de posesión, a las envidias a flor de piel, a quienes miran desde los balcones las manifestaciones, a quienes aceleran el paso cuando alguien cae, a los que firman órdenes sin leerlas, a quienes nada les gusta, a seguir escribiendo en este momento…

domingo, junio 04, 2006

Aquellas conversaciones...

Recuerdo cuando nuestras conversaciones no tenían final. Tengo el sonido de una baldosa rota metido en la garganta y no me sale la voz… Soy como la tortuga de la metáfora budista. Nada en el océano, y saca la cabeza fuera del agua cada mil años. Y en ese instante y en ese lugar precisos, la cabeza pasa a través de un aro de madera que flota a la deriva. Mi perro (que no es mío, yo soy suyo) me saluda desde la memoria alzando el hocico, como durante aquellas conversaciones del principio que no tenían final.

El cielo está oscuro, y yo ya llevo la lluvia sobre la piel. Nuestra última conversación ya no tenía ni principio…

Grito

Zruzrú, con urgencia necesito tu turgencia...

jueves, junio 01, 2006

Mis manos...

A veces he pensado que mis manos se están volviendo más rojas a medida que pasan los días. Será la sangre estancada, porque las sacudo y vuelve a cursar por sus conductos. La lluvia me transporta. Estoy en un regazo perdido, peludo, blanco como el algodón, es su tacto también. El tiempo se pone o se para, da igual, para el caso es lo mismo.

Quiero disculparme con el mundo por mi momentánea ausencia, pero tengo moléculas esparcidas que claman por la reunificación. Demasiados inviernos helados, demasiados patines…

Los caminos inversos rezuman alaridos, pero guardan la luz, la misma que no ví por pasar a toda velocidad por delante. Ahora quiero no desandar, sino rememorar lo recorrido.

Miro en derredor y veo que si trazo un círculo sobre mi sombra, son miles los caminos a recorrer.

Sale el Sol.

Mis manos están rojas, no sé si será la edad o la pasión adyacente…