martes, mayo 12, 2009

Hasta siempre...


Te has dormido a horcajadas en la mitad del cuento
con las matemáticas en constante prendimiento,
independiente de la luz por tus manos ahorrada
para cuando vinieran los tiempos más anchos de la nada.

Caerán las noches desparramadas por la ventana y su argumento
cohibido sobre la piel a barlovento,
y un morfeo absorto escapado de la redada
de agitadas respiraciones en desbandada.

Con un susurro de los excesos, que en ti nunca fueron gritos,
te has ido mirando melancólico hacia los horizontes infinitos...

Gracias Antonio, siempre guardaré como uno de mis mejores tesoros la sensación de tu mano guitarrista sobre mi hombro y tu "gracias, chaval" en el ascensor del Hotel de las Letras de Madrid.