miércoles, agosto 30, 2006

Soy como dos...

"...Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía..."



Vienes a mí como si fueses yesca
y yo pasto en tus fauces adormecido.

Entras en mí como un segmento destartalado,
repleta de partículas de humedad.

Y el furor de tus manos tropieza en mi orden establecido,
que es un saltimbanqui acuoso sobre mi piel.

Me vuelves a yerguer tumultuosa y encarecida
para mis bolsillos agujereados.

El muestreo de tu carne es el cartel indicador
donde el niño que soy brinca descosido.

Calzado en tus curvas, soy el otro que nunca llega
aunque la sentencia sanagustiniana me traiga.

No soy el capitán Ahab aun sabiendo de la búsqueda desesperada
del tesoro que alimenta mis sueños, guardado en tus labios.

lunes, agosto 28, 2006

Tantra en el alma (de trece años ya...)

Hay una cadencia visionaria en la luz de los planetas
(incluso en los que ahora han dejado de serlo)
arremolinada en la línea finita de su estraperlo,
residente en el calmo suelo de las estrellas quietas.

Hay una disolución continua en las aceras de las calles
(incluso en las moradas desalfaltadas de barrios nonatos)
donde el agua pasa tumultuosa dibujando autorretratos,
que hacen líquido el ser rojo de tus bronceados talles.

Hay vertidos de mi alma trántrica dentro de tí
que no pasarán inadvertidos para nadie
por el arrullo nocturno de tu brinco.

Hay noches que en tu espalda zahorí
ya suman la cifra que mi mano te irradie:
cuatro mil cuatrocientas setenta y cinco.

viernes, agosto 11, 2006

Por la mañana...

Pedregosa e indómita he fabricado mi mirada
para las noches marciales de tus ausencias.

Pero si no estás en los sueños de mi visita
y no eres recuerdo palpable,
¿cómo te atreves a silenciarte desrumbada?.

Si las alcantarillas del verano no mienten,
sé que, sobre tu partida, la última palabra
está en uno de mis bolsillos.

Por la mañana, tú erguida sobre mí,
deteniendo el vaivén de las avenidas.

martes, agosto 01, 2006

Resto de mundo...

En mis fronteras, he ido más allá, trazando otra frontera unos metros hacia afuera. Saltando la línea discontínua, muevo tierras blancas con la manguera de pintura cargada, escupiéndole al horizonte que no es necesaria su presencia.

Max Estrella y los espejos me acompañan en mi impertérrita estancia, pretérito secreto. No me importa rugir mi libertad, eso sí, entre fronteras...

Y me pongo duro con las palabras porque me sale de los cojones (o de más arriba, yo qué sé).