La flor que no quiso llegar al otoño...
Hoy he soñado con el otoño. Mi sueño fabricaba una carretera de entrada a la ciudad, adornada con una valla publicitaria donde decía algo así como que “Las lágrimas se secan con el viento de los viajes”…
La piel marrón de mi abrigo largo escupía la lluvia dispersa, seguro que era octubre o noviembre o tal vez diciembre (siempre que fuera antes de su día veintiuno), la tierra mojada tenía ese olor tan particular. Tal era la intensidad con la que soñaba, que podía oler con precisión. La hierba orillada en el arcén aun conservaba un verde irredento.
No recuerdo el origen ni el destino de mi camino, pero sí una idea fija en mi voluntad: “no pienso olvidar pararme a oler las flores, por si encuentro aquella que no quiso llegar al otoño”...
La piel marrón de mi abrigo largo escupía la lluvia dispersa, seguro que era octubre o noviembre o tal vez diciembre (siempre que fuera antes de su día veintiuno), la tierra mojada tenía ese olor tan particular. Tal era la intensidad con la que soñaba, que podía oler con precisión. La hierba orillada en el arcén aun conservaba un verde irredento.
No recuerdo el origen ni el destino de mi camino, pero sí una idea fija en mi voluntad: “no pienso olvidar pararme a oler las flores, por si encuentro aquella que no quiso llegar al otoño”...