lunes, julio 07, 2008

Ella cantaba en la calle Larios de Málaga...

Dibujaban sus registros vocales los luminosos amaneceres en unas tierras que huían del sol. De su menudo cuerpo brotaban los lamentos invernales de su infancia lastrada, el pitido de un tren reumático en una congelada estación, el desayuno raquítico de los días blancos de los Balcanes, el sabor salado de la distancia...

De sus ojos silentes se rasgaba la impunidad de mi limosna de geografía babosa, un vestigio oxidado del supuesto primer mundo falaz e icónico al que pertenezco, que no es más que un puerto de mar seco repleto de barcos varados...

Y no pude, por más, que tocar su mano en el intercambio...

1 Comments:

Blogger alton said...

Por las mañanas, cotidianamente, la objetividad suele residir en el fondo de mi frigorífico, justo entre las lonchas de queso y la leche embotellada.

Por las tardes, y dependiendo de la estación del año, la objetividad reside en la intensidad que aplique a la gamuza al limpiar los cristales de mis gafas, o bien al picor que me pueda inferir mi barba de varios días.

Por las noches la objetividad se hace mía, siendo, por tanto, tan subjetiva como inefable, por que yo soy un caballero y no puedo dar detalles de mi relación con ella...

Un saludo y gracias, palbo

01:33

 

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