lunes, octubre 09, 2006

En busca de Bobby Fischer...


Había en la mirada a los ojos del adversario una liturgia mortecina que se diluía líquida en el sudor de las manos, las mismas que Don José Antonio Balas (entonces todos eran Don, pero él lo será toda la vida) nos obligaba a estrechar a nuestro oponente antes de empezar la partida, como él la llamaba. Pero no era una partida, era una llegada. Una batalla a muerte en la que solo una altiva figura coronada con una cruz en lo alto debía seguir en pie. Pero cuando el temblor en el rival hacía presagiar su sufrimiento interno, uno sentía un calor en el corazón que nada bueno hacía presagiar.

Aquellas tardes de lluvia y charcos, de ventanales goteados y débiles luces de biblioteca, de expectación y ajedrez se me colaron en el tuétano para siempre…

1 Comments:

Blogger Con olor a canela said...

Si se te colaron en el tuétano es que estás ya hecho, reinventado de ellas. Entonces estás hecho de expectación y ajedrez... ¿?...

16:00

 

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