lunes, septiembre 03, 2007

Florencia


La luna es el único refugio que he visto en Florencia para no pensar en bello. Allí se alcanza lo desposeido, y ella es la única lágrima ácida del río Arno, detenida ante el puente Vecchio, sin ánimo de atravesarlo, ni por debajo, ni por el tejado de la Galería de Vasari, pues Cosme no dejó el permiso firmado. Hay almas por esas piedras, charcos vertidos de la mía callada mientras pienso en Stendhal...